Molí d’en Torrella
Trabajo de Fin de Master en la Universidad de Girona (2019-2020)
En el centro de Cataluña, a lo largo del Parque Fluvial del Río Ripoll encontramos una rica herencia patrimonial, fruto de la época industrial, que desgraciadamente se encuentra, en gran medida, en estado de degradación. El río Ripoll es y ha sido un testimonio excepcional de la historia del Vallès Occidental. Desde la edad media el río ha jugado un papel fundamental en el desarrollo de la producción, la agricultura y la industria.
Primero, con la ubicación de molinos harineros, que posteriormente pasaron a ser papeleros y traperos; y
después con la instalación de los vapores. El río Ripoll ha sido también un lugar de intensa producción
agraria tanto comercial como de autoconsumo.
Es a partir de los años noventa cuando empieza a desarrollarse la conciencia ambiental que va volver a poner en el centro de atención la recuperación del río como espacio de encuentro entre la ciudad y e campo, a recuperar valores medioambientales y paisajísticos, ya entender el río también como lugar de ocio y paseo, integrándolo en la dinámica de la ciudad. Sin embargo, todavía hoy se conserva un elevado número de molinos y acequias, de alto valor patrimonial e histórico, que se encuentran en proceso de decadencia y desuso.
El proyecto nace dentro del ámbito del viejo Molí d'en Torrella, ubicado en el límite urbano de Sabadell, una área estratégica significativa por el desarrollo urbano. Se plantea una reflexión sobre la cultura y la arquitectura de la ciudad. Los molinos construidos en la revolución industrial catalana ahora se encuentran en desuso, afrontando su eventual desaparición. Este proyecto propone recuperar estos espacios y crear una red de equipamientos que sigue el río Ripoll. En la actualidad el espacio es una necesidad.
Rehabilitar para dar metros a la sociedad. Las antiguas fábricas se convertirán en los nuevos contenedores de producción, espacios de creación. Este espacio intenta dar un sitio para artistas donde trabajar, vivir, formarse y compartir.
El edificio se encuentra abandonado, cerrado al público. La mayoría de los anchos muros de piedra y cerámica ha aguantado el paso del tiempo. Los forjados se han caído. Encontramos una arquitectura de límites que dará forma al proyecto como si fueran señales, arrugas y heridas sin cicatrizar.
Se trabaja con una arquitectura de ruina, definido por espacios exteriores, geometrías ortogonales y cubiertas planas transitables. La vivienda está dirigida hacia la persona creativa, divide el espacio en dos, una mitad por trabajo y la creación y, en la otra, se emplaza la estancia, la cocina y el baño. En la vivienda se encuentra un espacio personal y de reflexión. Próximo a las viviendas, en otro volumen de madera igual a éstas, hay un taller compartido, pensado para dar lugar al trabajo cooperativo y simbiótico, necesario para un correcto desarrollo de la comunidad. En la cota más elevada, se encuentra la entrada privada al molino, con acceso directo a las viviendas y donde también se encuentra el parking comunitario.
La materialidad del edificio original es compleja y profunda, donde una repetición de ésta no era
razonable. Por eso entran en juego la pareja de materiales que sería el hormigón y la madera, donde,
contradicciones entre éstas, hacen que la materialidad original entre en la conversación y se forme este
triángulo de texturas y personalidades contradictorias. La materialidad original, el hormigón imperfecto
pero simple y la madera, la exterior compleja y oscura y la interior simple y clara.
La ruina se caracteriza por ser un exterior absoluto, el proyecto ha querido conservar esto y deja como
exterior el paso entre sus elementos, concentrando el calor en las partes importantes de éstos. Esto ayuda a una mejor optimización de las instalaciones, que busca ser un edificio ecológicamente sostenible y autosuficiente, con placas solares ubicadas en las cubiertas de las viviendas.
Plantas del proyecto